25 junio 2007

El diccionario canalla (y II)

Segunda parte del diccionario de A. Bierce.

Legal, adj. Compatible con la voluntad del juez competente
Libertad, s. Uno de los bienes más preciosos de la Imaginación
Longevidad, s. Prolongación poco común del temor a la muerte.

Nepotismo, s. Práctica que consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del partido.
Notoriedad, s. Fama de nuestro adversario en la lucha por un cargo público.

Occidente, s. Parte del mundo situada al oeste (o al este) de Oriente. Está habitada principalmente por Cristianos, poderosa subtribu de los Hipócritas, cuyas principales industrias son el asesinato y la estafa, que disfrazan con los nombres de "guerra" y "comercio". Esas son también las principales industrias de Oriente.
Odio, s. Sentimiento cuya intensidad es proporcional a la superioridad que lo provoca.

Pagano, s. Ser descarriado que incurre en la locura de adorar lo que puede ver y sentir.
Patriota, s. El que considera superiores los intereses de la parte a los intereses del todo.
Patriotismo, s. Basura combustible dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso. En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se define como el último recurso de un pillo. Con el respeto debido a un lexicógrafo ilustre, aunque inferior, sostengo que es el primero.
Política, s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.
Predilección, s. Etapa preparatoria del desengaño.
Prójimo, s. Aquél a quien no está ordenado amar como a nosotros mismos, pero que hace todo lo posible para que desobedezcamos.

Rebelde, s. El que propone un nuevo desgobierno, sin conseguir implantarlo.
Recordar, v.t. Traer nuevamente a la memoria, con algunos agregados, algo que previamente se ignoraba.
Religión, s. Hija del Temor y la Esperanza, que vive explicando a la Ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible.
Respetabilidad, s. Fruto amoroso de una calva y una cuenta bancaria.
Rezar, v. i. Pedir que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante, confesadamente indigno.
Rumor, s. Arma favorita de los asesinos de reputaciones.

Teléfono, s. Invención del demonio que suprime algunas de las ventajas de mantener a distancia a una persona desagradable.
Temerario, adj. Insensible al valor de nuestros consejos.
Tierra, s. Parte de la superficie del globo, considerada como propiedad.
Triquinosis, s. Réplica del cerdo a la porcofagia.

20 junio 2007

El diccionario canalla (I)

Es curioso como puede uno viajar fugazmente a sitios extraños de uno mismo sin moverse. Últimamente tengo mucho tiempo libre y desde la inmovilidad que “ejercito” en mi cama, reviso visualmente los libros de mi estantería. Esta “falta de actividad” me hace pensar en las cosas en las que no me detengo habitualmente. Por supuesto, mis pensamientos no dan para ningún raciocinio digno, sino, como mucho, para difundir y comentar los de otros. De esto modo explico el por qué de esta entrada llamada “El diccionario canalla” dedicada a A. Bierce. Este escritor/periodista estadounidense fascina. No deja indiferente dada su brutalidad (hay que tener muy en cuenta su época). Se trata de un personaje amargo, cáustico, entre enfadado con el mundo y deleitado con la ironía con la que lo juzga. Seguramente, le gustaría que lo miraran mal por la calle y lo llamaran canalla. Vamos, el tío era más punkarra que Tamara (la buena, la de Bilbao!) y las Vulpes juntas, como demuestra en su obra más conocida “El diccionario del diablo” del que paso a exponer algunas de las definiciones más impactantes, desternillantes o hirientes.

Dedicado a Paco, a quien le gustaba mucho este diccionario.

Aborígenes, s. Seres de escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto dejan de entorpecer; entonces, fertilizan.
Abstemio, s. Persona de carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer. Abstemio total es el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en especial, se abstiene de no meterse en los asuntos ajenos.
Absurdo, s. Declaración de fe en manifiesta contradicción con nuestra opiniones. Adj. Cada uno de los reproches que se hacen a este excelente diccionario.
Accidente, s. Acontecimiento inevitable debido a la acción de leyes naturales inmutables.
Administración, s. En política, ingeniosa abstracción destinada a recibir las bofetadas o puntapiés que merecen el primer ministro o el presidente.
Admiración, s. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.
Adorar, v t. Venerar de modo expectante.
Africano, s. Negro que vota por nuestro partido.
Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.
Arzobispo, s. Dignatario eclesiástico un punto más santo que un obispo.
Ausente, adj. Singularmente expuesto a la mordedura de la calumnia; vilipendiado; irremediablemente equivocado.


Bruja, s. (1) Mujer fea y repulsiva en perversa alianza con el demonio. (2) Muchacha joven y hermosa, en perversa alianza con el demonio.


Candidato, s. Caballero modesto que renuncia a la distinción de la vida privada y busca afanosamente la honorable oscuridad de la función pública.
Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser.
Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.
Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.
Consultar, v.l. Requerir la aprobación de otro para tomar una actitud ya resuelta.
Corporación, s. Ingenioso artificio para obtener ganancia individual sin responsabilidad individual.
Corsario, s. Político de los mares.
Crítico, s. Persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.


Desgracia, s. Enfermedad que se contrae al exponerse a la prosperidad de un amigo.
Difamar, v. t. Atribuir maliciosamente a otro vicios que no hemos tenido la oportunidad ni la tentación de practicar.
Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Discusión, s. Método de confirmar a los demás en sus errores.
Dolor, s. Estado de ánimo ingrato, que puede tener una base física, o ser puramente mental y causado por la felicidad ajena.


Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Escrituras, s. Los sagrados libros de nuestra santa religión, por oposición a los escritos falsos y profanos en que se fundan todas las otras religiones.



Historiador, s. Chismoso de trocha ancha.
Humillación, s. Actitud mental decente y habitual en presencia del dinero o el poder. Peculiarmente apropiada en un empleado cuando se dirige a su patrón.


Imparcial, adj. Incapaz de percibir promesa de ventaja personal en la adhesión a uno de los bandos de una controversia, o en la adopción de una entre dos ideas en conflicto.
Impostor, s. Rival que también aspira a los honores públicos.
Incompatibilidad, s. En el matrimonio, semejanza de gustos, en particular el gusto por la dominación.
Intemperie, s. Lugar donde ningún gobierno ha podido cobrar impuestos. Su función principal es inspirar a los poetas.

13 junio 2007

El apetito fáustico y el amor fati

A veces decimos que no solo somos dueños de nuestros actos, sino que somos nuestros actos y poco más (actos no palabras). Más bien opino yo, que no solo somos nuestros actos, sino también los que quisimos hacer y nuca pudimos o nos decidimos e incluso los que conscientemente rechazamos. Cuando vamos al cine, cuando leemos una película nos dejamos llevar por los protagonistas y soñamos o tenemos ensoñaciones con ellos. A menudo nos imaginamos en otras pieles y en otros mundos. Es muy humano soñar lo inalcanzable, soñar con otras vidas posibles… Yo de mayor quiero ser… Esos personajes encarnan parte de esas vivencias que no estamos viviendo. Esos personajes, actuaron de otra manera muchas veces y por eso sus vidas son ahora distintas a las nuestras.

Fausto, el famoso personaje, estaba oprimido por su limitación humana que le impedía aprender todo lo que quería y vivir todo lo vivible. Necesitaba saciar ese deseo de vivencias. Este apetito fáustico no es más que el deseo de querer recorrer todas las ramas posibles de nuestro árbol de decisión vital. Si entendemos nuestra vida como un árbol metafórico que se proyecta delante de nosotros, veremos que tiene muchas bifurcaciones (estudio esto, aquello o lo otro, estudio o lo dejo, me caso o no, me voy a otra ciudad o busco trabajo aquí, etc.). Evidentemente, tenemos que coger un camino, y las múltiples posibilidades de vidas que se despliegan por las ramas, quedan sin ser recorridas. Ya no son nuestras vidas ¿o sí? A veces las deseamos recorrer (tendría que haber hecho esto o aquello) y las deseamos con fuerza. Sobre todo, cuando somos jóvenes tendemos a desear esas vidas ya no escogibles porque la bifurcación de las ramas quedó atrás en el tiempo. De una forma indirecta son parte de nosotros. No podemos aceptar que tenemos que rechazar algo, queremos estar en todas porque sentimos una incertidumbre sobre qué es mejor, si es que eso se puede saber.

Quizás con el tiempo, mucha gente va aceptando la realidad vivida como si una cortina les ocultase cualquiera otra opción de vida con un sistema de valores diferente, o simplemente, con una casa diferente. Este amor fati, este amor por lo ya hecho, no lo puedo entender sino como una manera de apoyarte a ti mismo en lo que hiciste, de darte una palmadita y de sentirte algo más feliz. No es malo en sí, pero necesitamos algo más, ¿no?

Bueno, creo que estoy divagando mucho, así que corto esto antes de aburrir demasiado.