13 junio 2007

El apetito fáustico y el amor fati

A veces decimos que no solo somos dueños de nuestros actos, sino que somos nuestros actos y poco más (actos no palabras). Más bien opino yo, que no solo somos nuestros actos, sino también los que quisimos hacer y nuca pudimos o nos decidimos e incluso los que conscientemente rechazamos. Cuando vamos al cine, cuando leemos una película nos dejamos llevar por los protagonistas y soñamos o tenemos ensoñaciones con ellos. A menudo nos imaginamos en otras pieles y en otros mundos. Es muy humano soñar lo inalcanzable, soñar con otras vidas posibles… Yo de mayor quiero ser… Esos personajes encarnan parte de esas vivencias que no estamos viviendo. Esos personajes, actuaron de otra manera muchas veces y por eso sus vidas son ahora distintas a las nuestras.

Fausto, el famoso personaje, estaba oprimido por su limitación humana que le impedía aprender todo lo que quería y vivir todo lo vivible. Necesitaba saciar ese deseo de vivencias. Este apetito fáustico no es más que el deseo de querer recorrer todas las ramas posibles de nuestro árbol de decisión vital. Si entendemos nuestra vida como un árbol metafórico que se proyecta delante de nosotros, veremos que tiene muchas bifurcaciones (estudio esto, aquello o lo otro, estudio o lo dejo, me caso o no, me voy a otra ciudad o busco trabajo aquí, etc.). Evidentemente, tenemos que coger un camino, y las múltiples posibilidades de vidas que se despliegan por las ramas, quedan sin ser recorridas. Ya no son nuestras vidas ¿o sí? A veces las deseamos recorrer (tendría que haber hecho esto o aquello) y las deseamos con fuerza. Sobre todo, cuando somos jóvenes tendemos a desear esas vidas ya no escogibles porque la bifurcación de las ramas quedó atrás en el tiempo. De una forma indirecta son parte de nosotros. No podemos aceptar que tenemos que rechazar algo, queremos estar en todas porque sentimos una incertidumbre sobre qué es mejor, si es que eso se puede saber.

Quizás con el tiempo, mucha gente va aceptando la realidad vivida como si una cortina les ocultase cualquiera otra opción de vida con un sistema de valores diferente, o simplemente, con una casa diferente. Este amor fati, este amor por lo ya hecho, no lo puedo entender sino como una manera de apoyarte a ti mismo en lo que hiciste, de darte una palmadita y de sentirte algo más feliz. No es malo en sí, pero necesitamos algo más, ¿no?

Bueno, creo que estoy divagando mucho, así que corto esto antes de aburrir demasiado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

somos lo que hacemos. sobre todo lo que hacemos para cambiar lo que somos.