El diccionario canalla (I)
Es curioso como puede uno viajar fugazmente a sitios extraños de uno mismo sin moverse. Últimamente tengo mucho tiempo libre y desde la inmovilidad que “ejercito” en mi cama, reviso visualmente los libros de mi estantería. Esta “falta de actividad” me hace pensar en las cosas en las que no me detengo habitualmente. Por supuesto, mis pensamientos no dan para ningún raciocinio digno, sino, como mucho, para difundir y comentar los de otros. De esto modo explico el por qué de esta entrada llamada “El diccionario canalla” dedicada a A. Bierce. Este escritor/periodista estadounidense fascina. No deja indiferente dada su brutalidad (hay que tener muy en cuenta su época). Se trata de un personaje amargo, cáustico, entre enfadado con el mundo y deleitado con la ironía con la que lo juzga. Seguramente, le gustaría que lo miraran mal por la calle y lo llamaran canalla. Vamos, el tío era más punkarra que Tamara (la buena, la de Bilbao!) y las Vulpes juntas, como demuestra en su obra más conocida “El diccionario del diablo” del que paso a exponer algunas de las definiciones más impactantes, desternillantes o hirientes.
Dedicado a Paco, a quien le gustaba mucho este diccionario.
Aborígenes, s. Seres de escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto dejan de entorpecer; entonces, fertilizan.
Abstemio, s. Persona de carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer. Abstemio total es el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en especial, se abstiene de no meterse en los asuntos ajenos.
Absurdo, s. Declaración de fe en manifiesta contradicción con nuestra opiniones. Adj. Cada uno de los reproches que se hacen a este excelente diccionario.
Accidente, s. Acontecimiento inevitable debido a la acción de leyes naturales inmutables.
Administración, s. En política, ingeniosa abstracción destinada a recibir las bofetadas o puntapiés que merecen el primer ministro o el presidente.
Admiración, s. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.
Adorar, v t. Venerar de modo expectante.
Africano, s. Negro que vota por nuestro partido.
Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.
Arzobispo, s. Dignatario eclesiástico un punto más santo que un obispo.
Ausente, adj. Singularmente expuesto a la mordedura de la calumnia; vilipendiado; irremediablemente equivocado.
Bruja, s. (1) Mujer fea y repulsiva en perversa alianza con el demonio. (2) Muchacha joven y hermosa, en perversa alianza con el demonio.
Candidato, s. Caballero modesto que renuncia a la distinción de la vida privada y busca afanosamente la honorable oscuridad de la función pública.
Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser.
Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.
Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.
Consultar, v.l. Requerir la aprobación de otro para tomar una actitud ya resuelta.
Corporación, s. Ingenioso artificio para obtener ganancia individual sin responsabilidad individual.
Corsario, s. Político de los mares.
Crítico, s. Persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.
Desgracia, s. Enfermedad que se contrae al exponerse a la prosperidad de un amigo.
Difamar, v. t. Atribuir maliciosamente a otro vicios que no hemos tenido la oportunidad ni la tentación de practicar.
Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Discusión, s. Método de confirmar a los demás en sus errores.
Dolor, s. Estado de ánimo ingrato, que puede tener una base física, o ser puramente mental y causado por la felicidad ajena.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Escrituras, s. Los sagrados libros de nuestra santa religión, por oposición a los escritos falsos y profanos en que se fundan todas las otras religiones.
Historiador, s. Chismoso de trocha ancha.
Humillación, s. Actitud mental decente y habitual en presencia del dinero o el poder. Peculiarmente apropiada en un empleado cuando se dirige a su patrón.
Imparcial, adj. Incapaz de percibir promesa de ventaja personal en la adhesión a uno de los bandos de una controversia, o en la adopción de una entre dos ideas en conflicto.
Impostor, s. Rival que también aspira a los honores públicos.
Incompatibilidad, s. En el matrimonio, semejanza de gustos, en particular el gusto por la dominación.
Intemperie, s. Lugar donde ningún gobierno ha podido cobrar impuestos. Su función principal es inspirar a los poetas.
1 comentario:
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